No hay dios, amor, ni felicidad posible de percibir
si no es a costa de nuestra imagen de Dios, de Amor, de Felicidad.
Sacrificar ante el altar de la verdad: la imagen, y también la idea.
O aceptar que lo que imaginamos es creado a nuestra semejanza.
Y como tal es frágil y falible.
Lo inimaginable sólo puede ser captado por la inimaginación.